CUENTOS CORTOS, MUY CORTOS

Es bastante conocida la fascinación actual por el cuento corto o microficción, como se le llama en numerosos idiomas. Las razones son tan diversas como antagónicas y no será en estas páginas donde nos atrevamos a formular alguna. Lo breve, en todas sus presentaciones, produce un gusto especial y el cuento corto no podría ser la excepción. Y no es facilismo (o pereza artística), pues casi todos los escritores de esta clase de cuentos reconocen unánimemente la gran complejidad que implica escribirlos.

El lector podrá percatarse que todos incluidos en este apartado son traducciones del inglés, portugués, francés e italiano. No incluimos cuentos en español por la simple razón de que la gran mayoría de lectores los puede encontrar en la biblioteca o librería local o en la blogosfera, que es el escenario ideal para la publicación del género. Así, utilizamos el idioma como ítem de clasificación, además porque se pueden apreciar ciertas diferencias en cuanto a la temática o al estilo de escritura.

La traducción del inglés presentó una complejidad especial puesto que el límite era de seis palabras. Los publicados en la revista Wired tenían esa restricción y a la hora de traducirlos muchos de ellos sobrepasaban esa cantidad de palabras. La estructura sintáctica del inglés se presta maravillosamente para condensar en pocas palabras una idea que necesitaría casi un párrafo en español. No obstante, siempre intenté que la traducción respetara las seis palabras y, cuando no fue posible, hice la traducción con más palabras en atención a la calidad.

En próximos números de La Rata Literata esperamos abrir una sección especial al cuento corto, tanto al que provenga de otros idiomas como a los que envíen los lectores para someterlos a publicación.

Esperamos que los disfruten, y si tienen alguno empolvado en su escritorio o arrinconado en algún archivo de su computador, envíelo al correo de La Rata Literata para que otros lectores lo puedan disfrutar.

Traducidos del inglés por: Alejandro Ramírez.

Publicados en la revista Wired

Seremos breves: Hemingway una vez escribió un cuento de sólo seis palabras, “Vendo zapatos de bebé, no usados” (For sale: baby shoes, never worn.) y se dice que lo tenía entre lo mejor de su obra. De modo que les pedimos a escritores de ciencia ficción, fantasía y terror del mundo de los libros, la televisión, el cine y el entretenimiento que hicieran ellos mismos un intento.

Arthur C. Clarke rehusó recortar su historia (“Dios dijo, Cancelen el programa de GÉNESIS. El universo dejó de existir.”), pero el resto son concisas obras maestras.

La garantía del carro expiró. El motor también.

Stan Lee

Se le cayó el pene. ¡Está embarazado!

Rudy Rucker

De los rascacielos incendiados los hombres salen con alas.

Gregory Maguire

Con manos ensangrentadas, me despido.

Frank Miller

Día desperdiciado. Vida desperdiciada. Al desierto, por favor.

Steven Meretzky

“¿Sótano?” “Puerta hacia, ah… el infierno, realmente.”

Ronald D. Moore

Epitafio: estúpidos humanos, nunca escaparán de la tierra.

Vernor Vinge

Soy tu futuro, niño. No llores.

Stephen Baxter

1940: ¡Hitler joven! ¡Canta en la sinagoga!

Michael Moorcock

Gafas detectoras de mentiras perfeccionadas: colapsa la civilización.

Richard Powers

Estoy muerto. Te he extrañado. ¿Besa…?

Neil Gaiman

¿Tipo de sangre del bebé? Humana, fundamentalmente.

Orson Scott Card

Kirby nunca antes había comido dedos.

Kevin Smith

No te cases con ella. Compra una casa.

Stephen R. Donaldson

45 años, corazón roto, busca hombre discapacitado.

Mark Millar

¡LA MÁQUINA DEL TIEMPO LLEGA AL FUTURO! Nadie.

Harry Harrison

Nuevos genes exigen expresión: tercer ojo.

Greg Bear

En combate, Bagdad, 18 años, féretro cerrado.

Richard K. Morgan

Epitafio: no debieron haberlo alimentado.

Brian Herbert

El cielo se cae. Detalles a la una.

Robert Jordan

Bush dijo la verdad. El infierno se congela.

William Gibson

Tres a Irak. Vuelve uno.

Graeme Gibson

Vuelven los dinosaurios. Quieren todo su petróleo.

David Brin

Bang pospuesto. El Big no es suficiente. Reiniciar.

David Brin

Ciborg busca donante de óvulos, propósito…

David Brin

Muerte pospuesta. Células metásticas se organizan.

David Brin

Lo sé, querida, pero debes mentir.

Orson Scott Card

La máquina del tiempo de Osama: Presidente Gore preocupado.

Charles Stross

Cruzamos la frontera; nos mataron.

Howard Waldrop

Desaparecen fragmentos de un cadáver. Doctor compra yate.

Margaret Atwood

Escándalo sexual de joven actriz. Calamar gigante involucrado.

Margaret Atwood

Leyó, confundido, su obituario.

Steven Meretzky

Pensamiento del viajero en el tiempo: “¿cuál es la contraseña?

Steven Meretzky

Universo paralelo: Bush, indigente, se une al ejército.

Steven Meretzky

Traducidos del francés por: Alejandro Ramírez

La estación

Espero frente a la cartelera. El murmullo del retraso resuena alrededor de mí. La multitud está tensa de impaciencia. El ballet de los hombres-maletas se ha aplazado lleno de amenazas. Una pequeña niña serpentea sonriente con su muñeca, cosquilleando los pantalones, los vestidos, los equipajes y los muros. Desarrolla una pequeña danza con su muñeca de trapo. El anunció por el altavoz crea una marejada que absorbe a la pequeña por escaleras. Estoy esperando que vuelva por su muñeca.

El tren 1

Sus ojos abiertos no observan el paisaje. Arrugas horizontales atraviesan su rostro. Sus sueños sólo son tormentos. La joven negra no quiere partir. Lleva poco equipaje. No va a durar mucho. Volverá pronto. Forzosamente. Lo preciso para cumplir con su deber. Los euros necesarios para vivir sin preocupación. Ella está, definitivamente, en otro lugar. Su corazón y su alma no se fueron. Escasamente su cuerpo deambula en ese tren. Para permanecer encerrada en sí misma. No correr el riesgo de no poder regresar. En su casa es infeliz, pero es su casa.

El tren 2

Fatigado por los olores de la construcción, el trabajador expía su condición con un sueño sin descanso. Se dejó caer sin obstáculo en el espacio entre los dos asientos. Cuando el tren se detiene en la estación, salta angustiado y pregunta si es Estrasburgo. Lo tranquilizan. Masculla un gracias con un acento difícil de determinar. Su saco es grande y está abultado de protuberancias. Arranca sin haberse movido un ápice. Su cuerpo se bambolea de agotamiento. Cae la noche y el tren continúa. Salta y pregunta por Estrasburgo. Todas las negativas lo tranquilizan. Tiembla cuando el sueño lo atrapa otra vez. El frío nocturno invade el vagón. Es el único que no se cubre. El tren baja la velocidad. Salta. ¿Estrasburgo? Con un signo le digo que no. ¿La próxima? ¡No! Faltan dos más. Respira. Mientras asciendo las escaleras con mis pesadas maletas, observo cómo desaparece el tren. Tengo miedo por él.

La película

Mal apoyado delante este maelström de imágenes, estoy fascinado. Laura Dern y su expresión suspendida en un malestar. Este escenario del cine se convierte en un vínculo incierto entre la filmación y otra realidad. ¿Es la realidad o un fantasma en trampantojo? Laura Dern es un espectro divertido que se busca y se desmultiplica de identidad en identidad. El rostro sólo es una linterna inestable que desaparece a veces en la oscuridad de la película. Me sumerjo en una estructura abismada, sueño de cine que sueña de un cine que observa desaparecer sus fantasmas que muestra a Laura Dern intentando salir de su película o del fantasma de su película. Todas estas imágenes animadas y sonoras son un caleidoscopio de enigmas del cual sólo nuestro inconsciente puede sacarle provecho a nuestra espalda. Somos sólo un sueño de un cineasta.

Xavier Galaup

En la ciudad existía el único lugar que estaba fuera del tiempo. Una escena al aire libre, en mitad de los caminos donde podías leer tu texto, tu poesía, tu canto inferior.

Al ocaso, sube una mujer muy pequeña y delgada. Desde su entrada en escena, una trémula luz la rodea. Cuando empieza a hablar aparecen los gatos y se suben a las gradas.

Rosine levy

Traducidos del portugués por Alejandro Ramírez

Reflejo

Se miró al espejo con complacencia; el espejo lo miró con severidad.

Epigramático

Esperó toda su vida por la mujer perfecta. Ella apareció en su funeral.

Después de 15 años de casados, por primera vez sugirió que cambiaran de lado en la cama.

Él se levantó menstruando. La esposa pensaba qué hacer mientras se rascaba la barba.

Entró en una espiral sicológica que lo llevó a suicidarse. Todo comenzó con un café medio caliente.

Tenía la tendencia a apasionarse por las personas equivocadas. El truco, entonces, fue dejar que su mejor amigo escogiera las personas por las cuales debería apasionarse. Su amigo tenía la tendencia a divertirse con la desgracia ajena. No pudo haber hecho una peor selección, sabemos, entonces, que no pudo haber sido mejor. Fue miserablemente feliz. Igual a todo el mundo.

Luis Ene

La conciencia

Fue durante el momento previo al orden del día que el diputado se dio cuenta de que faltaba su conciencia. Buscó en los bolsillos, en el portafolio, pero no la encontró. Quedó preocupado.

A la primera oportunidad salió del hemiciclo y fue a la sección de perdidos y encontrados. Le preguntó al funcionario si alguien había encontrado una conciencia. Lo hicieron entrar por la puerta, al lado de la ventanilla, y lo llevaron a un cuarto donde había sombrillas, celulares, muchos expedientes, muchos sobres tamaño oficio de papel marrón y, en un estante al fondo, algunas conciencias.

-Ésas están ahí porque los dueños nunca vinieron a reclamarlas.

El diputado observó, pero ninguna era la suya. Vio en el suelo una caja cerrada. Ante su mirada interrogativa, el funcionario le dijo:

-Ahí adentro están las vergüenzas. Hay personas que pierden la vergüenza. Y nunca vienen por acá a buscarla. Vergüenzas y conciencias que no reclaman se incineran a fin de año.

El diputado se tocó los bolsillos y suspiró aliviado. Aún tenía su vergüenza. El problema era la conciencia. Agradeció al funcionario y salió a buscar, pensando en dónde diablos podría haber dejado la conciencia.

João Ventura

Espejos

Después de la muerte de su esposa retiró todos los espejos de la casa. Los vecinos murmuraban que estaba enloqueciendo. Decían que quería olvidar lo vanidosa que era ella, cómo pasaba el día admirando su propia imagen y echándose labial. Todos estaban equivocados, él sólo quería dejar de ver su infinita tristeza.

Imagen

En su quinto embarazo, Maria dio a luz una criatura con un grave defecto en el rostro. Para protegerla escondió todos los espejos de la casa e impidió el contacto con cualquier extraño. De nada sirvió, ella podía ver todo en los ojos de su madre.

Ana Mello

Espejo mío

En su espejo se veía siempre linda, alegre y juvenil. Le costó comprender que era un reflector de almas.

Reverso

El Papa, radical, abolió el limbo. Dante había puesto allí las almas de los grandes sabios del pasado que no se habían bautizado. ¿Para dónde se fueron las personas más interesantes de todas las épocas? Quién sabe, refugiados en la biblioteca del Vaticano…

Angela Schnoor

Abstención

Vio la mujer en la calle. Le habló. Comenzaron a enamorarse. Para continuar juntos, él dejó el cigarrillo, ella dejó al esposo.

Edgar Borges

Contratiempo

Siempre estaba inventariando el tiempo. Se le había pegado ese vicio desde que se acordaba. Lo tenía todo cronométricamente contado y meticulosamente guardado en el cajón de la memoria reservado a las cosas inútiles: los años de soledad, los meses de angustia, las semanas de cansancio, los días de rabia, las horas de insomnio, los minutos de amor, los segundos de placer, la décima de segundo que le demoró tomar una decisión, la centésima en que dudó y la milésima que tardó en apretar el gatillo.

Fernando Gomes

Kapo

Jakob escribía los nombres de los vecinos en un cuaderno viejo. Primero había comenzado con los vecinos de su edificio: los Weissmann, los alemanes de la planta baja, el joven Piotr y su mujer, el viejo viudo Lew, en fin… todos los nombres, edades y sospechas de estas personas ocupaban un lugar en el cuaderno de Jakob. A cambio, las autoridades le pagaban con cigarrillos. “A esto obliga la inflación. Por encima de todo, puedo fumar y contribuir con la seguridad de Polonia”, y encendía un cigarro más.

El tiempo pasó, la inflación subió y el pago decreció. Ahora era necesario más trabajo. Entonces, por un paquete de cigarrillos, Jakob fue denunciando los de su calle, la sinagoga, los amigos y, por último, a su propia familia. Tenía “protección” y “tabaco”, afirmaba, a lo que un vecino le respondió: “un día vas a necesitar del alma y ya no la tienes”. Pero Jacob no necesitaba de ella. Cuando miraba el horizonte, aprovechaba para fumar un poco mientras veía los humos de las chimeneas de Auschwitz. Jakob sabía que era culpable y sobretodo sabía que, sin alma, moriría con su cuerpo. Por haber sido el primero en dar el alma, Jakob se consideraba el mayor mártir de los judíos polacos.

João Carlos Silva

Círculo vicioso

El pastor evangelista reunió a la multitud en el campo de fútbol y dibujó con harina un círculo en el pasto. “Hermanos míos, purificaos en nombre del señor y lanzad en este círculo maldito los vicios que intoxican vuestras almas”. Los hermanos obedecieron y llovieron manojos de tabaco, jeringas, botellas de whiskey, muñecas desinfladas, poemas de Bocage y antologías de los cuentos de los hermanos Grimm. La piadosa y portentosa hermana Lurdes, que sólo tenía un vicio en la vida, y lujurioso, levantó en el aire al pastor evangelista y lo lanzó al centro del círculo.

José Eduardo Lopes

Historias viciadas

I

La fuerza del hábito

Fumaba. Bebía. Fornicaba. Siempre por la misma orden religiosa.

El milagro

Perdió la fe. Después nunca más pecó.

El monje

Dejó el hábito y se entregó al vicio.

El vicioso

Le cortaron las manos. Continuó con los pies.

El chaquetero

Murió y empezó a creer en Dios.

Tiempos modernos

Para ahorrar tiempo, siempre fornicaba de pie.

Feminista determinada

Lo amaba, pero no lo había escogido. Lo dejó.

II

Injusticia

Mató: lo condenaron a una multa. No pagó: lo capturaron.

El principio de lo contradictorio

Casi nunca hablaba, pero adoraba el sexo oral.

El maestro ajedrecista

Sólo conocía dos palabras: jaque y mate.

Oportunidad perdida

Comenzó y acabó aun antes de comenzar.

La misma historia de siempre

Qué, quién, cuándo, dónde y cómo.

Sísifo

Abrió el libro. Estaba nuevamente en blanco.

Luis Ene

Fatalidad

El rostro que mereces está siempre en otro espejo.

Crisis de identidad

Estaba tan confundido que creó un heterónimo llamado Fernando Pessoa

José Mário Silva

Traducidos del italiano por Alejandro Ramírez

Cuando el dinosaurio despertó… todavía estaba allí.

Massimo Curatella

De regreso a casa un hombre vio un accidente. “Qué suerte, si hubiera vuelto antes estaría entre los escombros…” Mientras intentaba abrir se dio cuenta de que la llave no entraba, su mano atravesaba la…

Carlo Macchiavello



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