EL TIGRE Y SUS FOTOS



Wilson Orozco

Voy a hablar de unas fotos y de un fotógrafo que tiene por nombre Oscar Cardona. Es hincha del Medellín y le dicen El Tigre. Lo conocí cuando era un imberbe (sigue sin barba) estudiante de la Universidad de Medellín. Era entusiasta y buena gente. Sigue siendo ambas cosas y por eso tal vez lo admiro. Cuando pienso que las cosas no se me dan con la escritura y que pocas veces me han publicado, pienso en este muchacho tan echado p’adelante. Lo recuerdo con su cámara a todas partes y con sus ansias de registrarlo todo. El vicio no se le ha quitado.

Una vez, en clase de semiótica, pedí que hicieran un trabajo sobre los signos de cualquier sector de la ciudad. Él, de inmediato, lo quiso hacer sobre el estadio en un partido del Medellín. Allá lo vi incluso. Le tomaba fotos a lo que se movía y a lo que no se movía también. Tiempo después lo tuve en una clase de literatura contemporánea y de principio a fin elogió un cuento que leímos que se llama Atiguibas y que hablaba de fútbol. Es que este hombre es enfermo, se le ve la pasión por encima.

Ya después perdí contacto con él porque la Universidad de Medellín no me volvió a llamar más. Ya los despidos son así: asépticos. Te contratan, te pagan y si no te necesitan más, no te vuelven a llamar. Son fríos, despiadados, tecnócratas y neoliberales. Pero yo soy como Uribe, el neoliberal mayor: caigo parado. Después de que la Universidad de Medellín no se volvió a “preocupar” por mi subsistencia, viví mantenido por mi mujer durante dos meses y luego me contrataron de por vida en la Universidad de Antioquia.

Creo que nuestro hombre siguió con la enfermedad por la fotografía. Tiempo después supe que estaba en una página en Internet que se llama:

http://flickr.com/photos/oscarcardona/

Allí vi sus fotos y pude observar que le sigue tomando fotos a lo que se mueva. Este hombre es incansable. Hay fotos muy buenas pero hay fotos muy malas también. Como suele suceder en el arte. Pero las que más detesto son ésas en las que salen todos esos niños a los que les di clase alguna vez en diversas poses ridículas: como si fueran rockeros y modelitos. El uno brinca con un micrófono, la otra se enreda con una cinta de cine, los unos gritan, los otros miran al cielo. Pretenden ser fotos lindas para gente linda, con poses lindas, y colores lindos y luces lindas, todo muy lindo…bueno, ustedes ya captaron la idea. Si esta retahíla les da ganas de vomitar, esa misma sensación dan esas fotos.

Pero nuestro Tigre se reivindica cuando sale a la calle y registra gente de carne y hueso, ésa que por ejemplo no tiene con qué pagar millones para estudiar en una universidad privada. Ancianas arrugadas, negros sonrientes, campesinos adustos, combatientes agotados… gente que no está metida en Facebook, que no tiene blogs ni está pensando en hacer un videíto para ganarse un premio. No. Esa gente no tiene pretensiones y solo puede conformarse con sobrevivir. Eso ya merece todo el respeto posible.

Ésa sí es gente real y no de plástico.

Bien Tigre. Te deseo suerte y espero que no te enojés con esto que escribí.


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