MEDELLÍN

Wilson Orozco

Una flor más una flor no son dos flores

son una primavera

en la jodida ciudad de la eterna primavera.

Con un alcalde simpático y retórico.

Todas las ancianas se mueren por él.

Se mueren por él

porque él habla al modo de ellas.

Tal vez cuando una gran editorial me publique,

cuando empiece a escribir cosas lindas,

entonces el tierno alcalde querrá que yo le componga,

en honor a la jodida ciudad de la eterna primavera,

un lindo poema que contenga flores, montañas e industrias.

Un poema donde no pase nada terrible, ni vergonzoso.

Una ciudad que se pueda mostrar

y vender

una ciudad que atraiga inversión y ejecutivos y por ende plata

para que las mujeres de Medellín se casen con ellos y no pierdan la inversión que hicieron al ponerse unas

tetas falsas,

tan falsas como sus sonrisas.

Pero esto último no podrá ir en un poema en honor

a la jodida ciudad de la eterna primavera

porque la esposa del alcalde quiere mucho a las mujeres

y las defiende y quiere por igual a las gordas y a las feas.

Y por supuesto este poema no va a ser el elegido.



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