POEMA EN AGENDA

Wilson Orozco

Escribir un poema lo más

sencillo posible

es lo más fácil pero a la vez lo más difícil.

No sé por qué lo uno o por qué lo otro.

Soy poeta, no filósofo.

O tal vez ni lo uno ni lo otro.

Escribir un poema lo más sencillo posible

en esta agenda universitaria

que espera ser llenada con citas,

reuniones, actas, apuntes,

metas, propósitos y compromisos...

Intento escribir un poema lo más sencillo posible,

pero no me sale el lenguaje poético de los grandes y consagrados poetas

que hablan de pajaritos, rosas, mujeres sonrientes

y cosas incomprensibles para mí.

Mi lapicero pasa por encima de las hojas de esta agenda,

una agenda violada y pervertida por la mala poesía,

por la poesía sencilla de un mediocre profesor

que asiste a reuniones con su agenda bajo la axila,

que piensa en la poesía mientras sus jefes hablan

de las metas a 10 años que hay que cumplir.

Pienso en los pajaritos de los poetas

y en sus bellos y complejos poemas

que aparecen en las antologías

junto a otros grandes poetas.

Y el antologista es amigo de todos los que se consideran entre sí grandes poetas

y hasta grandes antologistas, quién quita.

Esos bellos poemas de esos grandes poetas

terminan en las cuidadas antologías de poesía

mientras que este mal poema

quedará enclaustrado al lado de las metas

que por supuesto no cumpliré.



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