SIN TÍTULO

Delfina Costa*

Cuando uno es niño, suele figurarse, a veces, que puede llegar a tener alguna influencia en los animales. Sobre todo en los loros. El silencio de aquel ave, fue interpretado por mi curiosidad, como una dignidad del animal. Lo suponía talentoso aunque tímido. Una caja de sorpresas aunque disimulador.

Sospechaba que podía sacarle algunas palabras, echándole una conversación amable.

Silbé la canción "El pino y la paloma".

Luego me acerqué a él.

- ¿Qué te pasa, lindo Chilito?

Silencio.

- Tu nombre es muy bonito. Yo me llamo Delfina. Quiero ser tu amiga. ¿Te sientes triste? Yo también estoy triste.

Silencio.

- Chilito de mi corazón - le dije casi al oído, mientras el otro loro, prendido al alambre del que colgaba la botella, seguía verseando.

- Sé lo que pasa por tu cabecita - exclamé.

A veces me daba por pensar, en mi infancia, que tenía poderes sobrenaturales. Lanzaba en los momentos de mi locura infantil, maldiciones a los rayos y a los truenos, para que la lluvia cesara. En algunas ocasiones he llegado a convencerme de que daba continuidad a las lloviznas de las siete de la mañana, la hora de marchar al colegio.

- A ver... Chilito... ¡Ya sé qué es lo te ocurre! ¡Ya sé! - afirmé, sin saber lo que le ocurría, por supuesto, y mirando fijamente los ojos inquietos del animal.

¡Qué firme pero insensata manera de pretender llegar al alma de un ave!

En ese instante, Paco, dando un vuelo veloz, se largó sobre mí. Sus uñas se convirtieron en gruesos alambres clavados en mi cuello y su pico en una tenaza de fuego que doblaba mi nariz.

No lloré. Don Antonio y su mujer dijeron que Paco solía portarse mal y con esa explicación se quedaron mirándonos, y nos seguirían mirando todo el tiempo, de no ser porque el ave, más dueño de la casa que sus amos, gritó: "Adiós. Adiós. Gracias por la visita. Gracias por la visiiiiiiita".

-Adiós - dijimos.

Mientras mi hermana y yo emprendíamos el viaje de retorno, el sol calentaba el pasto como el aliento de un caballo y algunas golondrinas alzaban vuelo en dirección al norte, con un trino festivo.

* Delfina Costa es una poetisa, cuentista y crítica literaria paraguaya.



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