COMITÉS

Wilson Orozco


La reunión se inicia con una discusión desaforada, como siempre. Tal vez el calor haya causado cierta irracionalidad en el ambiente. El descoordinador encarama un ventilador sobre uno de los escritorios para rebajar los niveles de ira. Es inútil.

La profesora visitante alemana llega tarde, como siempre. La profesora visitante suiza insiste en que tenemos que empezar antes de la hora acordada. Un profesor visitante de Pasto, solo por llevarle la contraria, dice que si la reunión es a las dos, entonces deberíamos empezar a las dos y cuarto. Que eso es lo lógico.

Durante una hora, se discute la siguiente oración: ¿el objetivo de la traducción es el proceso traductivo o el fenómeno traductivo del proceso? La profesora visitante suiza dice que se debe agregar proceso transgresivo semiológico. Una profesora de hermenéutica replica que fenómeno transgresional hermenéutico de las figuras disfuncionales de la teoría de la acción comunicativa queda mejor. La profesora visitante suiza, que es lingüista, dice que por lo menos debe quedar la palabra Semiología (con mayúscula); la profesora de hermenéutica, por su parte, dice que debe quedar hermeneutikon (con minúscula ya que es un concepto postmoderno). Como siempre, no se llega a ningún acuerdo.

Todos empiezan a decir qué es lo que debemos discutir primero. Alguien dice "lo primero es...", otro dice "no, qué pena, lo primero es...", otro dice "no, no y no. Lo primero es..."

El descoordinador quiere pasar al segundo punto, para acabar rápido. Todos protestan. El punto tiene que ver con los cursos de perfeccionamiento de la lengua. La profesora visitante suiza dice que todos somos unos ignorantes porque deberíamos decir perfeccionamiento del idioma. La profesora visitante alemana ensancha sus narices y le dice que no venga con sus sutilezas suizas, que ya estamos hartos de ellas. Pero todos protestan a su vez diciendo que todos estamos hartos de sus sutilezas alemanas. El descoordinador dice que faltan solo cinco minutos y que no se ha hecho nada. Se hace un incómodo silencio. Faltando un minuto, lee los desacuerdos del comité. Todos protestan. Se levantan furiosos y nadie se despide de nadie.

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